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Delegados a la reunión intergubernamental para aprobar el Tratado de Alta Mar, el 19 de junio en Nueva York (Estados Unidos). (Foto: VNA) |
El Tratado de Alta Mar demuestra la voluntad política de los Estados miembros de la mayor organización mundial para lograr un documento orientado a la conservación de la biodiversidad marina en alta mar.
Un marco para la distribución equitativa de beneficios de recursos marinos
Según la UNCLOS, la alta mar pertenece a las aguas internacionales, incluidas todas las áreas marítimas que no se encuentran dentro de la zona económica exclusiva, el mar territorial o las aguas internas de un Estado, ni en las aguas de un archipiélago. El mar más allá de la jurisdicción nacional, en otras palabras, es la vasta extensión del mar fuera de la zona económica exclusiva y el lecho marino más allá de la plataforma continental de los países.
Por lo tanto, la alta mar no está bajo la jurisdicción de ningún país. En este espacio marítimo internacional, los países tienen derecho a pescar libremente, pero los minerales del fondo marino se consideran patrimonio común de la humanidad. La explotación de los recursos marinos debe realizarse bajo un mecanismo de concesión de licencias y distribución justa y equitativa de beneficios para todos los países.
Sin embargo la UNCLOS aún no se ha ajustado para el uso de un nuevo recurso, que es el recurso genético marino de especies que viven solo en aguas profundas y en alta mar. Actualmente, casi solo los países desarrollados y las empresas privadas que poseen tecnologías marinas y biotecnológicas, así como cuentan con abundantes recursos financieros, pueden recolectar recursos genéticos marinos y desarrollar aplicaciones para brindarles beneficios, mientras que aún no existe ningún documento internacional que estipule la obligación de compartir beneficios marinos y su conservación.
Por lo tanto, el Tratado de Alta Mar, cuyo contenido reconoce el principio fundamental de que los recursos genéticos marinos son patrimonio común de la humanidad, constituye una importante base sobre la cual sus beneficios se comparten por igual entre todos los países.
En el contexto de la brecha en el acceso y la explotación de los recursos genéticos marinos entre los países desarrollados y los en víasde desarrollo, este documento marca un compromiso entre grupos de países que se interesan en promover el desarrollo de los recursos genéticos marinos, su conservación y su explotación sostenible, desarrollar las capacidades y acelerar la transferencia de tecnología, así como en garantizar una distribución equitativa y justa de los beneficios derivados de los recursos marinos.
En realidad hay muy pocas aguas marinas protegidas, mientras que las amenazas de la contaminación, la acidificación y la sobrepesca van en aumento.
Por lo tanto, el Tratado de Alta Mar establece una meta de ahora a 2030, según la cual cada año, el mundo necesita proteger 11 millones de kilómetros cuadrados de aguas oceánicas. El documento también permite la creación de áreas protegidas en las aguas internacionales, que sirven como base para los planes de cooperación y la acción a nivel nacional, regional y mundial en este ámbito.
El Tratado de Alta Mar es el tercer instrumento sobre la implementación de UNCLOS, junto con el Acuerdo sobre las Poblaciones de Peces altamente Migratorios de 1995 y el Acuerdo de 1994 relativo a la Aplicación de la Parte XI de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, que regula la gestión y explotación de los fondos marinos internacionales.
Según evaluaron los expertos, la aprobación del Tratado de Alta Mar fortalecerá aún más el multilateralismo y los esfuerzos mundiales para combatir las tendencias destructivas de los océanos.
El documento también marca un nuevo hito en el desarrollo del derecho internacional, contribuyendo a implementar el Decenio de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible de 2021 a 2030, así como el objetivo 14 de la ONU al respecto.