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El primer ministro británico, Boris Johnson (i.), y el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en la Cumbre del G7 el 11 de junio. (Foto: Reuters) |
El alcance del plan para reconstruir un mundo mejor abarca desde América Latina y el Caribe hasta África y el Indo-Pacífico. Los diferentes socios del G7 tendrán diferentes orientaciones geográficas, pero el objetivo de esta iniciativa se dirigirá a los países de ingresos bajos y medianos de todo el orbe.
De cara a reconstruir un mundo mejor
El plan de reconstrucción global se anunció en el marco de la reunión entre los líderes de los países miembros del grupo compuesto por Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Japón, Alemania, Italia y Francia, realizada a mediados de junio durante la cumbre del G7. Este proyecto se enfoca principalmente en la creación e innovación de las infraestructuras para las economías emergentes y países menos desarrollados, sobre la base del principio de transparencia. También se le prestará especial atención a la idoneidad financiera de los planes de desarrollo, para evitar que los países pobres se endeuden aún más. De tal manera, de acuerdo a la propuesta de los líderes del G7, las tres áreas prioritarias en las cuales se le brindará ayuda a las naciones de reducidos recursos son: el clima, la salud y el desarrollo de tecnologías digitales que respeten los acuerdos climáticos y el medio ambiente.
La agrupación se compromete a trabajar duro con otros países dentro y fuera del sistema multilateral, con socios del Grupo de las 20 Economías Desarrolladas y Emergentes (G20) y todas las demás organizaciones internacionales que aspiran a garantizar un entorno más limpio y ecológico, así como a lograr un futuro más libre, justo y seguro para los seres humanos y el planeta.
No es fácil de implementar
Si bien el plan para reconstruir un mundo mejor es una buena noticia para los países de bajos ingresos, según los expertos hasta el momento las partes no han dado cifras concretas sobre cómo financiarlo. Además, el despliegue de esta iniciativa enfrentará una serie de dificultades, puesto que las economías del G7 todavía están tratando de recuperarse de la crisis provocada por la pandemia de COVID-19.
Ejemplo de esto es la reducción de la ayuda exterior que provee el Reino Unido. Eso no sólo demuestra sus propias dificultades, sino que también hace que surjan preocupaciones acerca de la factibilidad de que los países del G7 obtengan suficientes capitales para sostener esta iniciativa, especialmente por las grandes fuentes de inversión del sector privado de los países miembros que requieren los proyectos de infraestructura.
Por su parte, Estados Unidos pretende dedicar su fuente de presupuesto de ayuda para el plan de desarrollar infraestructuras en los países pobres. En este sentido, la administración del presidente Joe Biden está presionando al Congreso de Estados Unidos para que aumente los fondos para este proyecto. Además, Washington buscará movilizar todo el potencial de sus herramientas de financiamiento, incluida la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional (DFC), la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), el Banco de Exportación e Importación (EXIM), la Corporación del Desafío del Milenio, la Agencia de Comercio y Desarrollo y otras agencias.
En un comunicado, la Casa Blanca anunció que “además de los miles de millones de dólares que Estados Unidos ha recaudado para financiar a proyectos de infraestructura en el extranjero a través de las herramientas bilaterales y multilaterales existentes, el país coopera con el Congreso, las partes interesadas, y otros socios de ideas afines para invertir cientos de miles de millones de dólares en el desarrollo de infraestructuras para países de ingresos bajos y medios en los próximos años”.
Otro tema que debe mencionarse es que los países de bajos ingresos que quieran participar en el proyecto, deben aceptar condiciones relacionadas con los derechos humanos, el cambio climático, la lucha contra la corrupción y algunas otras condiciones legales. Esto es considerado como un desafío para el G7 si quieren convencer a estas naciones para que se unan a su proyecto.
En definitiva, la iniciativa de infraestructuras para los países en desarrollo es un objetivo ambicioso del G7, no sólo porque es una medida para impulsar el desarrollo económico, sino también un tema de competencia estratégica.