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El mercado del Tet. (Fuente: Internet) |
Si bien son lugares para comprar y vender mercancías, los mercados rurales, sobre todo durante el mercado del Tet, cuentan con características propias que los diferencian de los mercados de las zonas urbanas. También es un espacio donde se conserva la cultura tradicional y donde la gente puede sentir la atmósfera de una nueva primavera que se acerca.
En los últimos años, debido al desarrollo de la tecnología digital, los sitios de redes sociales ponen a disposición de los consumidores una completa de productos que pueden llegar a casa con solo pedirlos y mucha gente sigue tendencia. Sin embargo, cada vez que llega el Año Nuevo Lunar, todo el mundo está ansioso por volver a casa, al campo, y le gusta ir al mercado rural en Tet, como cuando eran niños y seguían a su madre cada año.
Los mercados rurales son como películas a cámara lenta que conservan parte del alma del campo, un lugar que guarda emociones ocultas en lo más profundo del alma de cada persona y es a la vez un espacio vivo, que refleja la vida de cada familia, la comunidad y la gente rural.
La razón por la que a mucha gente le gusta ir al mercado rural es porque este lugar les da una sensación de gran aglomeración, como ir a un festival. El mercado es una parte de su apego y sus recuerdos para los vietnamitas que están lejos de casa. Allí, se recuerdan las penurias de los padres cuando intentaban comerciar para comprar sandalias y ropa nueva para sus hijos.
Al ir al mercado rural en esta ocasión, se pueden percibir los sabores familiares del pueblo, inmersos en un bullicioso ambiente con la influencia de los colores de la primavera. La gente que acude al mercado no sólo va de compras, sino que también disfruta del animado ambiente de los días previos al Tet y todo mundo se muestra entusiasmado e ilusionado con las compras para dar la bienvenida al nuevo año.
Normalmente, los mercados rurales sólo se celebran por la mañana, pero durante el Año Nuevo Lunar, debido a la gran demanda, algunos mercados pueden estar abiertos todo el día, por lo que el ambiente festivo en estos lugares se vuelve aún más intenso a partir del 23 de diciembre del calendario lunar. A partir de esa fecha, las madres y abuelas se ocupan de limpiar el altar, organizar y comprar utensilios, comida y bandejas con las cinco frutas para el Tet. En cuanto a los niños, están nerviosos ya que, para ellos, la mayor alegría en los días previos al año nuevo es seguir a sus padres al mercado para comprar ropa, frutas y dulces.
Muchos productos agrícolas llegan de la huerta o de los mercados mayoristas, lo que enriquece el mercado rural. Se puede comprar desde arroz pegajoso, hojas de dong o cebollas encurtidas hasta racimos de plátanos y cau (fruto pertenece a la familia de la palmera areca), sin embargo, la mayoría de los productos provienen de familias y son vendidos por ellas mismos, lo que aumenta sus ingresos. Los agricultores llevan al mercado cestas de bambú, a veces con sólo unos pocos tubérculos de colinabo, racimos de hierbas aromáticas o de plátanos verdes o pomelos, todo fresco y delicioso y el precio es mucho más razonable que en las zonas urbanas.
También contribuyen al ambiente Tet del mercado rural los puestos de flores, las hileras de pomelos o las cestas de betel de los ancianos. El vendedor se sienta en una silla corta o en el suelo y extiende una lona o una caja y expone sobre ella sus productos.
El mercado del Año Nuevo Lunar no es sólo un lugar para comprar y vender productos de la huerta, sino también un espacio para el intercambio cultural y para compartir historias de negocios y de comercio, cuentos felices y tristes del año viejo. Es también la cuerda invisible que ayuda a estrechar las relaciones entre los vecinos y los que regresan en tan señalada fecha.