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Una casa larga del grupo étnico Ede instalada en el Museo de Etnología de Vietnam. (Foto: baodantoc.vn) |
Mientras los Bahnar, Jarai y Sedang en la Meseta Occidental residen en casas Rong, los Ede y M’Nong tienen las denominadas casas largas, que miden hasta un centenar de metros de longitud. Cuanto más “se estira” la residencia, más próspera resulta la vida de la familia o el clan que la ocupa. Cada vez que un miembro se casa, otro compartimento será añadido. Con el paso de las generaciones, la casa crece tal y como indica su nombre.
Según Dang Nang Long, originario del pueblo M’Nong en el distrito Lak, de la provincia de Dak Lak, las casas largas de su etnia y de los Ede se caracterizan por la arquitectura interior, particularmente el sistema de cerchas y pilares. Ello también distingue a las casas largas en la Meseta Occidental de las viviendas de otras comunidades étnicas.
“Las vigas horizontales y verticales se ensamblan superpuestas, no mediante la escopladura como en las casas de madera de algunas otras etnias. Así que cuando se mudan, se pueden desmontar los componentes y volver a unirlos”.
Para entrar o salir de la casa larga hay que usar escaleras, dos en el caso de esa de los Ede y M’Nong, una para subir y la otra para bajar. La que se construye en la fachada, para los huéspedes y hombres, es apodada “hembra”, mientras la “macho” está en la espalda de la casa, para el uso de las mujeres. Al subir hasta el fin de la escalera se halla en un espacio vasto, el patio-suelo, también dividido en “frontal” y “trasero”. El delantero se llama patio de visitantes, cuya área crece proporcionalmente a la longitud de la residencia, y conduce al espacio más importante, “Gah”. Se trata de la sala de estar y el lugar de los ritos anuales del dueño de la casa, al tiempo que es donde los miembros de la familia realizan actividades diarias.
En Gah, jarrones de licor son puestos en el medio, intercalados con pequeños árboles ceremoniales “neu”. Todos los ritos de la familia tienen lugar allí, incluidos bodas, funerales o juntas para beber “ruou can”. El artesano Y Mang (distrito de Cu M’gar, Dak Lak) compartió: “Las liturgias se producen dentro, solo la de despedida a los muertos se realiza al aire libre. Ellos erigen árboles “neu” en casa. Los Ede tardan un día en cada uno de sus rituales. Después, los jóvenes se juntan para comer y charlar”.
En el corazón de la sala de estar, a la derecha, hay un banco donde se sientan los artesanos encargados de tocar batintines. El asiento, tallado en forma de barco, se coloca a lo largo de la pared de manera que sus ocupantes den la espalda hacia el Oeste y miren hacia el Este. Dang Nang Long dejó saber: “El nombre del asiento es Kpan, que en el idioma vietnamita se entiende como ‘banco para sentarse’. Cuando hay eventos, los pobladores se sientan allí en una fila para tocar gongs y batintines. Hay 10 artesanos que tocan batintines y uno de tambor”.
Las casas largas también disponen de sillas para el dueño de la casa y para visitantes, una estufa de leña, varios tipos de jarrones, telares, tapetes blancos y tapetes de flores para aldeanos y huéspedes de otras localidades que vengan a asistir a ritos, recitales de epopeyas y canciones folclóricas, o actividades comunitarias. En ocasión de las reuniones alrededor de la foguera, los patriarcas y jefes de aldeas narran cuentos a los jóvenes.
“En las charlas alrededor de la fogata, los ancianos enseñan a los pequeños las normas de cortesía cuando sean adultos para entrar en la casa larga y dónde deben sentarse”, compartió Y Mang.
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Cada detalle y diseño dentro de la casa larga representa una intención cultural única, que transmite el deseo de fertilidad y prosperidad. (Foto: baodantoc.vn) |
Los Ede y M’Nong son hospitalarios. Cada vez que hay visitantes les dan una calurosa bienvenida. En su casa, la estufa nunca se apaga y siempre están disponibles comida y bebida, particularmente “ruou can”, para los huéspedes.
La estufa de los Ede está diseñada en forma rectangular o cuadrada, sobre una gruesa capa de tierra apisonada para aislar el calor y evitar que las llamas rocen el piso de la casa. Se trata de un rincón de reunión cotidiana, donde la familia comparte su tristeza, alegría, trabajo y asuntos como bodas. Según la artesana H’Hoa Ni-a Kaso (distrito de Cu M’Gar, Dak Lak), en las creencias de los Ede el fuego es el dios de la suerte y siempre que arda en casa, la familia gozará de una vida cómoda y feliz y su aldea será tranquila.
“En la estufa siempre hay rescoldos, que representan una fuerza amparadora a la familia. Es decir, es una fuerza que nunca le trae mala suerte y existe todo el tiempo por lo bueno, gracias a la cual la vida siempre sale bien”.
Junto con los gongs y batintines, instrumentos musicales de importancia a los cuales las etnias minoritarias en la Meseta Occidental siempre les dedican la posición más solemne en sus aldeas y residencias, las casas largas de los Ede y M’Nong con sus singularidades propias han aparecido en epopeyas, cuentos antiguos, melodías y pinturas, para formar una parte inseparable de la identidad y la cultura de dicha altiplanicie.