La pagoda de Som Rong fue construida en 1785 con bambú, madera y tejado de hojas. Su nombre tiene un origen igual de rústico, pues se tomó prestado de una planta silvestre que abundaba en el vecindario.
A través de numerosas restauraciones, Som Rong de hoy se asienta en una finca vasta y arbolada de cinco hectáreas. Posee obras de gran tamaño que se pueden divisar incluso a vista de pájaro. Cualquiera que entre en este recinto sagrado se fascinará por su magnificiencia palaciega o, de ningún modo exagerado, se sentirá como si se perdiera en la tierra de las hadas.
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El santuario principal de la pagoda de Som Rong. (Foto: VOV) |
Al hablar de los vestigios arquitectónicos allí, que demuestran una armonía entre lo tradicional y lo moderno, el venerable Lam Binh Thanh, abad adjunto de Som Rong, explicó: “La pagoda se compone de un santuario principal, una estupa donde se guardan los restos de sus abades y seguidores budistas, y un pabellón Sala para huéspedes. Especialmente, a este complejo fue agregada en 2018 una estatua del Buda reclinado, que es actualmente la mayor de su tipo en Vietnam”.
La pagoda de Som Rong da la bienvenida a los peregrinos con un portón tallado de los emblemas de la cultura jemer como la serpiente Naga, la ave mítica Krud y otros patrones tradicionales revestidos de oro. Unos 100 metros adentro, al final de un camino rodeado de árboles seculares, se hallan las obras que conforman el alma de este destino espiritual.
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La estupa de la pagoda. (Foto: VOV) |
El santuario principal refleja vívidamente el culto al sabio Siddhārtha Gautama, más comúnmente conocido como el Buda. Además de dos estatuas de unicornio vigilando la entrada para protegerlo e impedir el mal, la zona tiene sus paredes y techo cubiertos de murales sobre la vida del gran fundador del budismo. El altar allí también guarda múltiples estatuas dedicadas a Él, dos de las cuales datan del año en que fue construida la pagoda.
Paralela al santuario principal se ubica la estupa de restos de los abades de la pagoda y budistas. Esta torre cuadrilátera descuella por ser pintada, en vez del tradicional dorado, con un tono grisáceo que le añade un toque de solemnidad y modernidad. Sus cuatro entradas simbolizan los estados sublimes de la mente (bondad amorosa, compasión, Alegría empática o solidaria y Ecuanimidad). A lo largo de la escalera que conduce al seno de la estupa, se puede contemplar tallas sofisticadas de la serpiente Naga y antiguos patrones jemeres.
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El pabellón Sala en Som Rong. (Foto: VOV) |
El pabellón Sala (“escuela”, “anfiteatro” o “choza de descanso” en el idioma jemer) es donde los peregrinos se concentran para descansar. También pueden observar allí dos rocas traídas por el abad de la pagoda desde Camboya, cada una de más de cuatro kilogramos, que curiosamente no se hunden ni flotan en el agua.
Además de las misteriosas rocas, los visitantes quedarán impresionados por una gigantesca estatua del Buda reclinado. Con “gigantesca” se quiere destacar sus 63 metros de largo, otros 22,5 de alto, 490 toneladas de peso y su disposición al aire libre a 28 metros por encima de la tierra.
En este recinto, incluso cabe una biblioteca con más de 1.500 libros y abierta tanto a los budistas como a los alumnos y otros residentes locales.
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La estatua del Buda reclinado en la pagoda. (Foto: VOV) |
Tal magnificencia de Som Rong, también denominada “la pagoda del Buda tumbado de Soc Trang”, ha conquistado a una buena parte de las personas justo en su primera visita. Un oriundo de la provincia central de Thanh Hoa expresó: “Nunca he visto una estatua de Buda tan grande. La pagoda es antigua y espléndida. Seguro volveré a visitarla junto con mi familia. He estado en el famoso templo jemer Angkor Wat de Camboya, pero Som Rong aún brilla de manera propia”.
Mientras, una peregrina de la provincia meridional de Tien Giang compartió: “Estoy de viaje con mi familia. Pasamos por aquí para orar por la buena salud y la paz. Regresaremos, ya que sus paisajes son muy bonitos y serenos”.
La pagoda de Som Rong es una famosa parada de Soc Trang gracias a su esplendor similar al de un palacio. Más allá de peregrinar, la gente de todo el país acude a este templo ansiosa de explorar la quintaesencia cultural, artística y arquitectónica de los compatriotas jemeres.