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Foto ilustrativa. (Fuente: laodongthudo.vn) |
Sin embargo, hay optimismo sobre una recuperación en los próximos años, y se espera que el crecimiento alcance el 5,5 % en 2024 y el 6,0 % en 2025, siendo el principal motor de este crecimiento la demanda interna, aunque a un ritmo más lento que en años anteriores.
En términos de inflación, se prevé que el índice de precios al consumidor se incremente un 3,5 % este año, en gran medida debido a los aumentos programados en los salarios de los funcionarios públicos. En los años siguientes, suponiendo que los precios de la energía y las materias primas permanezcan estables, se espera que no supere el 3,0 % tanto en 2024 como en 2025.
En cuanto a la política fiscal, se estima que en 2023 se producirá un exceso de gasto del 0,7 % del PIB, lo que refleja una política fiscal favorable destinada a impulsar la economía. Sin embargo, el Gobierno planea adoptar una postura más conservadora en 2024, alineándose con su estrategia de desarrollo a largo plazo para el sector financiero de 2021 a 2030.
Se espera que el balance por cuenta corriente mejore, impulsado por un modesto repunte de las exportaciones, una recuperación continua de las llegadas de turistas internacionales y la resistencia de las remesas.
Por otra parte, existe un pronóstico optimista para la reducción de la pobreza, y se prevé que la tasa de pobreza disminuya del 3,2 % en 2022 al 3,0 % en 2023.
Al analizar los desafíos, el Banco Mundial sugiere que el más relevante consiste en un crecimiento menor al esperado en las economías avanzadas y China, lo que podría reducir la demanda externa de exportaciones vietnamitas.
Además, unas políticas monetarias más estrictas en las principales economías también podrían provocar presiones cambiarias y fuga de capitales, mientras que a nivel interno, existen crecientes riesgos y vulnerabilidades financieras que requieren una estrecha vigilancia y soluciones innovadoras.
En el corto plazo, el Banco Mundial destaca la importancia de que la política fiscal siga apoyando la demanda agregada, lo cual precisa de la plena utilización del presupuesto de inversión y reducir los obstáculos en los procedimientos de inversión pública. Estas medidas podrían elevar la inversión pública al 7,1 % del PIB en 2023, frente al 5,5 % del año anterior, apoyando así la demanda agregada.
Así mismo, si bien la flexibilización monetaria es apropiada, los recortes continuos de las tasas de interés podrían generar diferencias con los mercados globales, lo que podría afectar los tipos de cambio. Por tanto, para abordar los crecientes riesgos financieros, el banco señala que son necesarias medidas como aumentar los coeficientes de capital de los bancos y fortalecer el marco de gestión del riesgo bancario, a fin de garantizar la estabilidad y la resiliencia del sector financiero.
El Banco Mundial prevé que el crecimiento en los países en desarrollo de Asia Oriental y el Pacífico se mantendrá sólido en un 5 % en 2023, pero se moderará en la segunda mitad de 2023 a un 4,5 % durante 2024.
Las crecientes tensiones geopolíticas y la posibilidad de desastres naturales o fenómenos climáticos extremos, son riesgos adicionales para las perspectivas económicas de la región.
“La región de Asia Oriental y el Pacífico continúa siendo una de las más dinámicas y de más rápido crecimiento del mundo, incluso si el crecimiento se está moderando”, según Manuela V. Ferro, vicepresidenta de Asia Oriental y el Pacífico del Banco Mundial, puntualizando a renglón seguido que "a medio plazo, sostener un alto crecimiento requerirá reformas para mantener la competitividad industrial, diversificar los socios comerciales y liberar el potencial del sector de servicios para mejorar la productividad y crear empleo".