Con pasos firmes, vozarrones nítidos y sonrisas en sus labios, 184 soldados se preparan para su viaje a Abyei a finales de este mes. Desde hace días, este primer equipo de militares vietnamitas que será enviado a esa zona de conflicto, ensaya para diversas posibles situaciones, como accidentes laborales, la atención médica urgente, y la dispersión de multitudes, así como la negociación y relaciones con los medios, protección de propiedades, protección de civiles, entre ellos mujeres y niños, y actividades como emboscadas y guardias.
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El primer equipo de ingenieros de Vietnam desplegado en Abyei para realizar la misión de la ONU. (Foto: VOV) |
“Soy Le Huy Khanh, capitán y subcomandante de la división de logística del primer equipo de ingenieros, que está por desplegarse en la misión de la ONU de Abyei. Durante los cursos de capacitación y en los últimos simulacros, el personal de nuestra entidad, que tiene la misión de construir un hospital de campaña, ha sido capacitado y ha practicado para todas las situaciones que pueden darse ya sean mordeduras de serpientes, lesiones graves a leves, y otras eventualidades que puedan aparecer cuando asumamos nuestras tareas en la misión de paz. Ya hemos ensayado y manejado bastante bien los hipotéticos casos”.
“Soy Chu Ba Hieu, comandante y jefe del equipo encargado de la operación de dispositivos de perforación de pozos y purificación de agua. Unirnos a la misión de paz internacional es un gran honor y a la vez una tarea ardua. En cuanto a nuestro equipo de soldados, nos centraremos en tareas específicas como la construcción de puentes, carreteras y otras obras de infraestructura, entre ellas viviendas para pobladores y oficinas para otras unidades. Por otro lado, asumiremos otros trabajos como la propaganda y comunicación, la asistencia humanitaria, la mejora del nivel de vida de los oficiales y soldados, el apoyo a otras misiones y a la gente pobre en la horticultura y en la cría de animales domésticos para el consumo”.
Es el deseo de sembrar la paz y la esperanza el que motiva la contribución de los cascos azules vietnamitas. El joven teniente Le Dong Truong expresó: “Mi mayor deseo es cumplir de la mejor manera posible las tareas asignadas. Y también haré el mayor esfuerzo para ayudar a la población local a desarrollar su cultivo y cría para contribuir a que su vida sea cada día mejor”.
Los soldados vietnamitas también anhelan que los locales pueden erigir por su propia cuenta casas sólidas para ir sustituyendo los bohíos, que los niños tengan ropa y comida decentes y que vayan a la escuela, y que, sobre todo, vivan una vida pacífica, libre de las bombas y humo de la guerra. Fue por ese deseo que la mayor Nguyen Thi Thanh Hai, que fue médica del hospital 103, de la Academia de Medicina Militar, decidió dejar a sus pequeños hijos en casa para ir al país africano en esta misión. Hai dijo: “Como soldados, debemos cumplir con nuestro deber, siguiendo el llamado del Partido y del Estado. Las imágenes que veo en la televisión relacionadas con el país hermano siempre me conmueven mucho. Hay niños de la misma edad que mis hijos, que no tienen una vida tranquila, y vagan por las calles todo el día. Quiero participar y aportar algo de mí al mantenimiento de la paz en ese lugar”.
A su vez, el coronel Khong Manh Hung, vicejefe de Política, del Cuerpo de Ingenieros del Ministerio de Defensa, explicó: “En el pasado, cuando nuestro país fue invadido por las fuerzas agresoras, muchos pueblos en el mundo, entre ellos los de África, lo apoyaron de todo corazón. Ahora que Vietnam tiene paz y está en el proceso de integración global y desarrollo, comprende más profundamente el valor de la paz, por lo que no escatima esfuerzos para mantener la paz y aumentar la cooperación por el desarrollo”.
Los jóvenes van donde los necesitan, y están dispuestos a resolver los problemas por más difíciles que sean. Este espíritu sigue siendo una guía para que los jóvenes militares en particular y la joven generación de Vietnam en general tenga más confianza en sus decisiones y acciones. Los “cascos azules” vietnamitas están contribuyendo junto a las Naciones Unidas a la siembra de las “semillas de la paz”, con la esperanza de que esta se extienda en los cinco continentes.