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Una delegación del gobierno vietnamita visita la fabricación de componentes aeronáuticos (piezas de motor para su instalación en A320Neo / C919) de la fábrica de motores Hanwha Aero en Vietnam en el exposición de “60 años de logros científicos y tecnológicos” . (Foto de archivos) |
Factor de trampa: evitar la renta media
El término “Trampa de ingresos medios” es un fenómeno que surge en países que han experimentado un crecimiento rápido y, por lo tanto, alcanzaron rápidamente el estatus de ingresos medios, pero no lograron superar ese rango de ingresos para poder alcanzar a los países desarrollados, o incluso se estancan después de llegar a un producto interno bruto (PIB) per cápita de entre 1000 y 12 000 dólares, según los estándares del Banco Mundial (BM).
Al observar los procesos de desarrollo de diferentes países durante los últimos 60 años, se puede observar que algunos países han logrado mantener sus procesos de crecimiento, pasando de economías de bajos ingresos a economías de altos ingresos (Japón, Corea del Sur, Singapur). Mientras, algunos otros países todavía se encuentran en el nivel de ingresos medios y se muestran incapaces de alcanzar un nivel de ingresos alto (Malasia, Tailandia, Indonesia, Filipinas). Los datos del Banco Mundial indican que, en 1966, Japón era solo un país de ingresos medios, Singapur alcanzó un PIB per cápita de más de mil dólares en 1971, Corea del Sur y Malasia alcanzaron este umbral en 1977, Tailandia en 1988 e Indonesia, Filipinas en 1995.
Sin embargo, en 2019, el PIB per cápita de estos países fue de 40 248 dólares (Japón), 65 233 dólares (Singapur), 31 761 dólares (Corea del Sur), 11 414 dólares (Malasia), 7808 dólares (Tailandia), 4135 dólares (Indonesia) y 3485 dólares (Filipinas). Por lo tanto, entre estos países, solo Japón, Corea del Sur y Singapur se convirtieron en economías de ingresos altos, el resto aún permanece en el nivel de ingresos medios.
El proceso de pasar de un país de ingresos medios a un país de ingresos altos varía de uno a otro en términos de tiempo y motivación para el desarrollo. Las investigaciones llevadas a cabo por el Banco Asiático de Desarrollo (BAD) en 2017 demuestran que el tiempo promedio que le toma a un país pasar de ingresos medios a altos es de 30 a 40 años, de tal manera que, si un país no se ha convertido en una economía de ingresos altos durante 40 años desde que alcanzó el umbral de ingresos medios, se considera que está atrapado en la trampa de ingresos medios, y si se considera a cada país por separado, algunos países de Asia oriental han acortado considerablemente el tiempo de transición. Así, Japón y Singapur, con una tasa de crecimiento anual del PIB del 6% - 8% por año solo necesitaron 20 años y Corea del Sur 18 años, con una tasa de crecimiento promedio del 9% por año. Aunque Malasia y Corea del Sur tenían el mismo punto de partida, hasta ahora, después de más de 40 años, el PIB per cápita de Malasia apenas se acerca a los 12 000 dólares con una tasa de crecimiento promedio del 6% anual.
Para determinar el motor del crecimiento, al observar la estructura del PIB de los países en transición, es obvio que hay un declive gradual de la agricultura y un aumento de la industria, construcción y servicios, especialmente en lo que se refiere a la contribución de las industrias de procesamiento y manufactura al PIB. Los datos del Banco Mundial demuestran que la transición de Corea del Sur duró de 1977 a 1995, tiempo durante el cual la participación de la agricultura en el PIB cayó del 22% al 5%, la participación de la industria y la construcción aumentó del 28% al 36% (el procesamiento y la fabricación aumentaron del 21% al 26%) y la participación de los servicios aumentó del 39% al 49%. La transición de Singapur duró 20 años, de 1971 a 1991.
Durante este período, la contribución de la agricultura al PIB cayó del 3% al 0,2%, la participación de la industria y la construcción aumentó del 28%, al 33% (el procesamiento y la fabricación aumentaron del 19% al 25%) y la contribución de los servicios disminuyó del 64% al 63%. Malasia tardó más de 40 años, de 1977 a 2019, en aumentar el PIB per cápita de 1000 a 11 414 dólares y posiblemente, alcance el umbral de ingresos altos en los próximos años. Durante este período, la contribución de la agricultura disminuyó del 28% al 7%, mientras que la participación de la industria y la construcción alcanzaron su nivel más alto del 49% en 2004 y luego disminuyó gradualmente hasta el 37% en 2019 (el procesamiento y la fabricación aumentaron del 20% al 31% a principios de la década de 2000 y luego disminuyeron gradualmente al 21% en 2019) y la participación de los servicios aumentó del 33% al 55%.
Vietnam se ha convertido en un país de ingresos medios desde 2008. Después de más de 10 años, la reestructuración económica que el país ha llevado adelante se ha venido sucediendo de manera más lenta que la de sus predecesores y su hoja de ruta de desarrollo no ha mostrado avances desde una etapa temprana como Japón, Corea del Sur y Singapur. De 2010 a 2019, la contribución de la agricultura al PIB de Vietnam disminuyó del 18,3% al 13,9%, la participación de la industria y la construcción aumentó del 32,1% al 34,4% (el procesamiento y la fabricación aumentaron del 12,9% al 16,4%) y los servicios aumentaron de 36,9% a 41,6%. La tasa de media de crecimiento de Vietnam en los primeros 10 años fue del 6%, inferior a la media de los 10 primeros años de sus predecesores (Japón 7%, Corea del Sur 8,9%, Singapur 8,8%).
La ruta de crecimiento de cada país muestra la diferencia entre los países que no caen en la trampa del ingreso medio y los que están atrapados en la misma. Aunque la media de tasa de crecimiento de estos países no difiere mucho de uno a otro (solo entre el 6% y el 8%), economías exitosas como Japón, Corea del Sur y Singapur lograron un crecimiento rápido y continuo en los primeros años, creando un fuerte impulso para los años siguientes. Mientras tanto, los países que actualmente están atrapados en la trampa de los ingresos medios no lograron un gran avance en las primeras etapas y una vez que alcanzan el umbral de ingresos medios, su crecimiento muestra signos de declive, lo que prolonga la transición al umbral de ingresos altos.
Corea y Malasia tenían un punto de partida similar en 1977. En los primeros años después de convertirse en economías de ingresos medios, los dos países presentaban sendas de crecimiento similares, pero a partir de 1984, los dos países siguieron dos direcciones completamente diferentes. Si bien Corea del Sur creció rápidamente, redujo gradualmente la brecha con Japón, Singapur y superó a otros países, Malasia no logró un gran avance como Corea del Sur, tuvo un crecimiento más lento y tardó más años en alcanzar el mismo nivel de ingresos. Durante el período de 10 años de 1985 a 1995, el PIB per cápita de Corea del Sur se quintuplicó, mientras que en Malasia solo se duplicó. Al comparar las medidas y políticas que estos dos países implementaron durante este período, las economías tardías pueden extraer lecciones útiles para evitar la trampa del ingreso medio.
En el período 1960-1990, Corea del Sur y Malasia utilizaron los planes quinquenales como base para emitir políticas de desarrollo económico e industrialización a medio plazo. El primer plan de Corea del Sur comenzó en 1962 - 1966. Pasó 30 años con una serie de 7 planes y terminó con el séptimo plan de 1992 a 1996. Los primeros hicieron pasar a Corea del Sur de una economía de bajos ingresos a un nivel de ingresos medios y los siguientes cuatro planes lo convirtieron en un país de altos ingresos, sin embargo, la serie de planificación de Malasia comenzó en 1966 y continúa hasta la fecha. El plan más reciente es el duodécimo para el período 2021 - 2025. Al llegar a la tercera fase (1976-1980), Malasia se había convertido en un país de ingresos medios. Después de llevar adelante 10 planes, Malasia finalmente se ha convertido en una economía de altos ingresos.
Hasta la década de 1960, Corea del Sur continuaba siendo una economía agrícola pobre y atrasada, devastada por la guerra y atrapada en un círculo vicioso de pobreza. La participación de la agricultura en el PIB representaba el 36% y el PIB per cápita era de 158 dólares. Después de que el presidente Park Chung Hee asumiera el poder en 1961, este estaba decidido a llevar al país hacia la autonomía económica y desarrolló planes quinquenales con metas ambiciosas y políticas sólidas para lograr las metas establecidas. De manera similar Malasia, a principios de la década de 1960, también era un país agrícola con una participación agrícola que representaba el 43,7% del PIB y la renta per cápita alcanzaba los 235 dólares.
A pesar de tener el mismo nivel de desarrollo y enfrentar problemas similares como la pobreza y el subdesarrollo, cada país ha elegido su propio enfoque de resolución de problemas. Corea del Sur tiene una clara orientación a la hora de definir las prioridades de desarrollo centrándose en las industrias, especialmente en las industrias básicas (electrificación, refinación de petróleo, fibra sintética) y luego en las industrias intensivas en tecnología y habilidades y accediendo a la cadena de suministro y la cadena de valor (fertilizantes usados en agricultura, hierro, acero, químicos en construcción naval, maquinaria, equipos y semiconductores en electrónica). Malasia, por su parte, tiene un claro enfoque en las cuestiones sociales durante todo el período de implementación de su plan (reducción de la pobreza, justicia social, desarrollo equilibrado entre los grupos étnicos).
Aunque el gobierno de Malasia puso en marcha varias políticas para apoyar a las industrias nacionales, como el Programa de desarrollo de subcontratistas, el Programa de desarrollo de la industria automotriz nacional (Proton, Perodua), estas políticas no se ejecutaron sistemáticamente como en Corea del Sur y no estaban claramente definidas en los objetivos generales de los planes quinquenales. En cambio, para Corea del Sur, la falta de inclusión de temas sociales en los objetivos de desarrollo de los planes quinquenales no significó que el país no prestase atención a la solución de estos problemas, de hecho, eligió el desarrollo industrial como punto de partida. Mediante el desarrollo de industrias, los problemas sociales se resolvieron creando más puestos de trabajo, aumentando los ingresos de los trabajadores y de toda la sociedad, asegurando un desarrollo justo entre las regiones y localidades.
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La cadena de emsamblaje de vehículos en la empresa de automóviles Truong Hai (Thaco) en la zona industrial abierta Chu Lai en la provincia central de Quang Nam. (Foto: thacochulai.vn) |
La trampa del bajo valor agregado y las fuerzas internas de las industrias nacionales
Además del concepto de trampa de ingresos medios, el término “trampa de bajo valor agregado” también se utiliza para hablar de la situación de desarrollo económico de un país. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) describe un país atrapado en una trampa de bajo valor agregado como aquel que atrae principalmente inversión extranjera directa (IED) de empresas que no tienen la intención de establecer vínculos con la economía nacional, no crear efectos secundarios y establecer metas a corto plazo. Estas empresas tienen un desempeño deficiente en todos los aspectos: inversión, productividad y desarrollo de habilidades. Invierten principalmente en industrias de uso intensivo de mano de obra que compiten por el precio en lugar de la calidad y la entrega a tiempo y, a menudo, ven la mano de obra como un factor de costo más que como un recurso que debe desarrollarse.
Este concepto de la UNCTAD solo se evalúa a partir de una base unilateral del sector de IED, mientras que un país atrapado en un valor agregado bajo puede ser causado no solo por el sector de IED sino también por otras razones. Depende, en gran medida, de la autosuficiencia y la capacidad de generación del sector privado nacional para madurar, independizarse, dominar la economía y ser competitivo en el mercado mundial y deshacerse gradualmente de la dependencia de los recursos externos. La trampa del bajo valor agregado es también una manifestación de la trampa del ingreso medio. Así, cuando un país no logra construir una base industrial nacional sólida (sector privado interno), su crecimiento se basa principalmente en recursos externos (sector IED). Y cuando las ventajas domésticas ya no estén disponibles (bajos costos laborales, atractivos incentivos fiscales, etc.), las empresas de IED se trasladarán a países con más ventajas y menores costos de fabricación (esto es lo que los economistas denominan paradigma de los gansos voladores), lo que conducirá a la desindustrialización, haciendo que las empresas nacionales sean incapaces de competir con otras economías tecnológicamente más avanzadas o con economías de salarios más bajos.
En el período 1951-1989, las economías de reciente industrialización (NEI) como Corea del Sur, Singapur, los territorios de Taiwán, Hong Kong (China) y los países de la ASEAN-4 (Malasia, Tailandia, Indonesia y Filipinas) han atraído una gran cantidad de inversión de empresas japonesas con una IED total en las NEI de 19 919 millones de dólares y en la ASEAN de 17 531 millones de dólares. Después de dos o tres décadas, estas nuevas empresas han construido sus propias industrias nacionales independientes y sólidas e incluso podrían competir directamente con las empresas japonesas, mientras que los países de la ASEAN-4 todavía dependen de las empresas de IED en la mayoría de las industrias.
En la década de 1980, mientras que las empresas japonesas en las economías de las NEI podían alcanzar tasas de localización superiores al 50%, en la ASEAN-4, la tasa de compra nacional de las empresas japonesas era solo del 42%, principalmente de las empresas de IED. En las economías de las NEI, la mayoría de las empresas japonesas de IED pudieron retirar a los expertos japoneses y dejar las fábricas para que las administraran y operaran las personas en el país anfitrión. Por el contrario, los países de la ASEAN-4 dependen hasta ahora de las empresas japonesas medias y grandes. Esta diferencia muestra el papel de liderazgo de las industrias de procesamiento y manufactura y la importancia de la capacidad empresarial, así como de los recursos humanos domésticos, en la industria durante el proceso de industrialización y modernización nacional para evitar la trampa del ingreso medio.
Desde la apertura de la economía, Vietnam se ha convertido en un atractivo destino para los inversores extranjeros. En los últimos años, siempre ha liderado a los países de la ASEAN en la atracción de inversiones extranjeras. A fines de 2019, el país ha atraído casi 40 000 proyectos con un capital registrado total de más de 363 300 millones de dólares. En términos de porcentaje (%) del PIB o per cápita, la IED en Vietnam ha superado a China, India y la mayoría de los países de la ASEAN. Entre los proyectos de IED en Vietnam, hay muchos de alto valor de las corporaciones multinacionales más poderosas en muchos campos. Sin embargo, la mayor parte de las entradas de IED a Vietnam se concentra en sectores de explotación del mercado como las empresas inmobiliarias o la fabricación intensiva con mano de obra de bajo valor añadido como textiles, cuero y calzado, productos de caucho, plásticos, alimentos y bebidas, muebles y madera.
Según el informe del Banco Mundial (2018), muchos inversores a menudo asumen que los bajos costos laborales y energéticos y los atractivos incentivos fiscales son las principales razones para invertir en Vietnam, mientras que muy pocas empresas de IED creen que la mano de obra altamente cualificada o la competencia nacional en la cadena de suministro sean los puntos fuertes de Vietnam. El informe también señala que, para evitar la trampa de ingresos medios o de bajo valor agregado y convertirse en un país de ingresos altos, Vietnam necesita construir una estrategia de atracción de IED de nueva generación, combinada con estrategias y planificación del desarrollo nacional para formar cadenas de suministro y grupos industriales. Vietnam debe centrarse en industrias y etapas que creen un alto valor agregado, utilicen tecnologías ecológicas y consuman menos energía y se atraigan proyectos e inversores para poder desarrollarse de manera sostenible, centrándose en la calidad y la eficiencia socioeconómica, garantizando la seguridad y la defensa nacional y construyendo relaciones duraderas.
Para que el sector de la IED apoye más a la economía vietnamita en el proceso de industrialización, modernización y reestructuración económica en la dirección de mejorar la productividad y el valor, reduciendo la brecha con los países desarrollados, Vietnam debe cambiar su enfoque de atracción de IED y debe basarse en ventajas competitivas dinámicas (habilidades de los trabajadores, capacidad creativa y entorno natural y empresarial favorable) en lugar de las anteriores ventajas competitivas estáticas e insostenibles (recursos naturales, mano de obra no cualificada e incentivos atractivos).
En concreto, Vietnam debe enfocarse en atraer IED de inversionistas que puedan: 1-Crear empleos con salarios más altos (mayor productividad de la mano de obra); 2-Promover el desarrollo de habilidades, la transferencia de tecnología y la investigación y desarrollo en el país; 3-Fomentar el uso más eficiente de los recursos (incluyendo no solo la energía, sino también la tierra, las fuentes de agua, las materias primas); 4-Crear oportunidades para que las empresas e inversores nacionales cooperen con empresas extranjeras en cadenas de valor globales sin abrumar a los inversores nacionales y las pequeñas y medianas empresas; 5-Mejorar la competitividad de las empresas vietnamitas tanto en el país como en el extranjero (mejorando la cadena de suministro y la logística).
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Foto ilustrativa: tapchicongthuong.vn |
Implicaciones políticas
El análisis anterior indica que el cambio de países de ingresos medios a países de ingresos altos no puede ignorar las industrias de procesamiento y manufactura. En el camino, las empresas industriales nacionales son los principales factores que han de promover un desarrollo económico sostenible, lo que ayudará a Vietnam a evitar la trampa del ingreso medio y la trampa del bajo valor agregado. La IED en las industrias de procesamiento y manufactura es la fuerza impulsora, sin embargo, las empresas industriales nacionales deben ser la base sólida que ayude al país a escapar de la trampa de los ingresos medios. Por lo tanto, se debe desarrollar una estrategia selectiva de atracción de IED y evitar la IED de baja tecnología y que compita directamente con las empresas industriales nacionales, a fin de evitar la trampa de bajo valor agregado, además de construir y desarrollar empresas industriales nacionales sólidas que estén estrechamente vinculadas con el sector de la IED para que puedan crecer con fuerza y tomar la iniciativa en la cadena de suministro nacional.
La experiencia de Corea del Sur, Malasia y sus predecesores revela que hay muchas y diferentes formas de progresar desde una economía de ingresos medios a altos. Que ese camino sea largo o corto depende de cómo el país determine las metas correctas para cada plazo y concentre sus recursos y políticas para lograr las metas marcadas. Corea del Sur ha ascendido a ingresos altos en un período de tiempo relativamente corto porque ha definido claramente sus objetivos de industrialización a través de siete planes quinquenales y todos sus recursos y políticas sociales están movilizados para lograr los objetivos establecidos.
La política de desarrollo industrial debe ubicarse en un contexto más amplio, incluidas las políticas que afectan directamente a las empresas industriales y las políticas indirectas que tienen una gran influencia en el desarrollo de la industria en general y de las empresas industriales en particular. Para determinar los objetivos correctos, es necesario contar con un mecanismo de coordinación entre el Estado y las empresas para lograr consensos entre las agencias gubernamentales y entre el Estado y el sector privado. Por lo tanto, es indispensable formular y mantener un mecanismo de diálogo de políticas con las empresas industriales y supervisar y evaluar la mejora de la calidad de las políticas y la competitividad industrial de Vietnam en comparación con otros países de la región y del mundo.
Para atraer IED de alto valor, es necesario abordar una serie de desafíos y barreras en términos de mecanismos y políticas a lo largo de todo el ciclo de inversión de las empresas y cambiar el enfoque actual de la IED. En primer lugar, resulta obligatorio apuntar a inversores que estén involucrados en mano de obra altamente cualificada y tecnología que utilice los recursos de manera económica en lugar de depender de los bajos costos laborales o el bajo costo de los servicios de infraestructura, por consiguiente, debería haber directrices uniformes sobre la selección de inversores desde el nivel central hasta el local para atraer inversiones con fines de desarrollo empresarial.
Resulta preciso continuar conectando a las empresas nacionales con las empresas de IED y fortalecer la capacidad de las empresas nacionales para participar en la cadena de suministro de las empresas de IED (prolongar el plazo del programa de apoyo al desarrollo de la industria). Así, en segundo lugar, la promoción de inversiones debe ser proactiva y estar dirigida a atraer a los inversores que la economía quiere en lugar de esperar pasivamente a que lleguen los inversores.
En tercer lugar, las herramientas de marketing de inversión deben ser abordadas desde la industria por la cadena de valor, para así atraer inversores sobre la base de una ventaja competitiva a largo plazo en lugar de utilizar herramientas de marketing tradicionales basadas en altos incentivos para atraer inversores sobre la base de la ventaja de costes a corto plazo. Hay que apoyar y crear las condiciones más favorables para las actividades productivas y comerciales de los inversionistas extranjeros existentes en lugar de realizar eventos de promoción de inversiones ineficaces porque los inversionistas actuales son los "embajadores", que son los canales más objetivos y efectivos para promover las políticas y los negocios en Vietnam.
En cuarto lugar, los incentivos a los inversores deben basarse en su eficiencia nacional, valor agregado y desempeño posterior a la inversión, más que en la cantidad de capital registrado y su escala.
Citando un discurso de Tran Tuan Anh, jefe de la Comisión Económica del Comité Central del Partido Comunista de Vietnam.